Por Patricio Durán
5 de septiembre de 2025
Etiquetas:Bares en Providencia| Bares en Santiago
Tras una gran puerta de acero, sin letreros ni luces que adviertan lo que ocurre detrás, se abre un espacio inesperado a pasos del metro Salvador. Oculto Beergarden fue fundado por Santiago Bullemore y Patrik Johansson, quienes luego de conocerse en Australia volvieron a Chile con la idea de emprender juntos. La oportunidad se dio en plena pandemia, en el antiguo estacionamiento de Revista Paula.
La primera visita de Patrik fue decisiva. Se encontró de sopetón ante el amplio espacio que parecía perdido en otra dimensión y fue esa misma sensación de sorpresa la que quisieron preservar como su propuesta de valor.
Desde ese gesto se entiende el resto. No pusieron gigantografías ni carteles luminosos, tampoco un anuncio que les permitiera tener mayor flujo cuando aún nadie los conocía. Tomaron el camino largo. El del boca a boca, el de la recomendación y de esa fidelidad única que se genera cuando alguien te pasa un dato. La apuesta parecía discutible si nos remitimos a los manuales de apertura de locales, aunque terminó dándoles un relato claro y tras un poco más de trabajo, un público recurrente. No es casual que se perciba resguardado sin ser hermético y amplio sin perder su escala humana. Cuando uno entra a la dimensión de Oculto Beergarden, la ciudad parece quedar en otro plano.

Pero no hay lugar que se sostenga solo por la magia de su entorno. Fue en su oferta de alimentos y bebidas, donde Patrik y Santiago pusieron el resto de sus fichas. “No queríamos ser como Fantasilandia, un lugar que se visita una vez al año. Todo nuestro core de negocios está en ofrecer un producto de calidad a precio accesible para que la gente vuelva semana a semana”, dice Bullemore.
Un beergarden a pasos de Av. Providencia

Para entender cómo Oculto Beergarden logra mantener un flujo constante en el gran espacio que habitan, debemos partir por mirar lo que tienen en sus grifos. Su propuesta de cervezas está curada por la beer sommelier Natalia Urzúa, quien semanalmente selecciona las rotaciones que estarán disponibles.
Aquí aparecen grandes actores de la escena cervecera local como Jester, Hasta Pronto, Nyd Bier, Tamango, Loa, Wilckens, entre otras. Siempre, por supuesto, teniendo como principal foco el gusto del consumidor local.
Su carta de comida cumple con lo que uno espera de la cocina de un bar, sin ningún tipo de pretensión. Cuentan con cuatro cocinas que resuelven los antojos más probable de una noche. Fat Cat despacha smash burgers con pan de papa y una patty con un rico crust, ideal para acompañar cualquier lager. Oni Nikkei suma la intensidad peruano-japonesa en formatos de sushi clásicos. Segundo Pizzo aporta con pizzas y El Chaparrito completa la mesa con tacos, quesadillas y totopos pensados para ir al centro de la mesa.
Lo que hilvana esta propuesta es la idea de que el público vuelva con frecuencia. De ahí la importancia de la rotación cervecera y de una cocina rica y para nada pretenciosa.
Coctelería en alza
El capítulo más reciente de la historia de Oculto Beergarden se escribe en su coctelería de autor. Francisco Correa, jefe de alimentos y bebidas, junto con el head bartender Ernesto Fredes y el resto del equipo de barra, diseñaron la primera carta conceptual del local. Se inspiraron en “El Gallego del Sur” un personaje ficticio que funciona como el ancla del relato. Este viajero imaginario permite mirar el mapa y traducir lugares a distintas combinaciones de cócteles.
En esa ruta, aparece San Blas, con tequila, moonshine de ají verde, cilantro y un alcaparrón que ayuda a subrayar la salinidad. En la línea de lo que es un sour, aunque con un acento gastronómico que lo lleva hacia otro lado. El San Juan mira al Caribe desde el ron, la panela y el limón. Hay dulzor, sí, pero contenido; la acidez entra en el momento justo y el conjunto se bebe con facilidad. Inmejorable opción para un día de verano por la tarde.

Korsakov -mi favorito- va en otra línea. Es una reversión amable del Dry Martini, con vodka, vermut, tomate y una galleta de parmesano para rematar con un toque de umami. Un cóctel de competencia, elegante y pulcro a la vez.
Por las Fiestas Patrias también aparecieron tres ediciones limitadas que apelan al paladar chileno. Borgoni propone una suerte de negroni “dieciochero” con pisco, licor de naranja y un vino trabajado como borgoña, coronado con perlas de negroni. Ni Mote con Huesillo mezcla jugo de huesillo, pisco reposado, limón y una espuma de hazy IPA con un top de mote. ¿Está temblando? es un guiño al clásico terremoto, hecho con piña, reducción de sauvignon blanc, pisco y licor de granada casero, más una paleta de helado de piña que lo corona.

En una ciudad que suele confundir el ruido y lo estrambótico con la relevancia, Oculto apuesta por todo lo contrario. Y quien cruza esa puerta discreta entiende por qué.
Fuente: https://comino.cl/oculto-beergarden-la-consolidacion-del-patio-cervecero-de-providencia